Abordaje de los crecientes retos de salud mental en América Latina
Por Mariana Romero Roy
La historia de la salud mental en América Latina es un indicador de la singular dualidad que distingue a la propia región. Por un lado, según el Informe Mundial de la Felicidad de 2023, América Latina es una de las regiones más felices del mundo. Esto se debe a la influencia de factores como fuertes lazos familiares, comunidades unidas y amistades cercanas, así como la asistencia regular a la iglesia.
Por otro lado, es menos probable que la gente latinoamericana obtenga la ayuda que necesita para problemas de salud mental. Irónicamente, algunos de los mismos factores que contribuyen a la felicidad de la región también intervienen en este último caso. Desde un punto de vista cultural, puede ser más probable que las personas que sufren de depresión, ansiedad y otros trastornos los guarden en secreto a fin de no alterar el orden social de la región.
Lo que muestran las cifras
Aunque nadie diría que las familias cercanas y las comunidades unidas son factores negativos, lo cierto es que las cifras apuntan a una creciente crisis de salud mental en América Latina. En general, los latinoamericanos que necesitan ayuda para diversos problemas de salud mental no la reciben:
Un problema creciente en la región
Al mismo tiempo, ha ido en aumento el impacto de los trastornos mentales, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo. Son diversos los factores que están interviniendo, entre ellos, los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19 en la gente, así como el hecho de que las personas ahora viven una vida más larga, lo que hace más probable que los adultos mayores presenten problemas de salud mental.
Los jóvenes de América Latina también representan una buena parte de los problemas de salud mental que afligen a la región. Más de 16 millones de latinoamericanos de 10 a 19 años de edad padecen algún trastorno de salud mental y la tasa de suicidio aumentó en 6% de 2000 a 2019. El suicidio es la tercera causa principal de muerte en la región entre jóvenes de 15 a 19 años.
Cómo está respondiendo la región
Es evidente que la salud mental es una preocupación creciente en América Latina, razón por la cual tanto gobiernos como las principales organizaciones de salud están empezando a tomar medidas para abordarla. Aunque sucedió hace muchos años, un punto de inflexión en la historia de la salud mental de América Latina fue la firma de la Declaración de Caracas en 1990 por parte de los países latinoamericanos. Esta declaración, cuyo objetivo fue promover el respeto por los derechos humanos y civiles de las personas con enfermedades mentales, causó un gran impacto en la salud mental en años posteriores. Según los resultados de estudios de investigación, para el año 2000, la mayoría de los países latinoamericanos ya habían integrado programas de salud mental en sus centros de atención primaria y los planes de salud pública ya cubrían servicios de salud mental.
Sin embargo, pese a estos avances, las brechas de tratamiento que se muestran en la tabla anterior indican claramente que todavía hay más trabajo por hacer en esta área. A pesar de la prevalencia de programas de salud mental, siguen siendo escasos tanto el personal como los recursos dedicados a la salud mental, y algunas zonas tienen un mayor acceso a los servicios que otras. El financiamiento también sigue siendo un problema importante: en toda la región, sólo alrededor del 2,8% del gasto público total en salud se destina a la salud mental y el 60% de ese dinero se asigna a hospitales psiquiátricos.
En respuesta a algunos de estos retos, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó un plan de acción integral sobre salud mental en 2013. Como parte de este plan, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) centró sus esfuerzos en educar a la población sobre la disponibilidad de la atención y el tratamiento de problemas de salud mental. También financió programas para la primera infancia, habilidades para el ciclo de vida, condiciones laborales saludables y la prevención del maltrato infantil y la violencia doméstica y comunitaria.
El papel de la telesalud y la tecnología
Otras organizaciones están intentando abordar la brecha en el tratamiento de la salud mental en América Latina mediante el uso de telesalud, plataformas de salud mental en línea y otras tecnologías relacionadas. Por ejemplo, actualmente se ha implementado el Proyecto ECHO en ocho países latinoamericanos para llevar servicios de salud mental a zonas que no tienen suficientes recursos o que se enfrentan a importantes obstáculos para brindar atención. Este proyecto actualmente cuenta con programas en Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Uruguay y Brasil.
ECHO se centra no sólo en la tecnología, sino también en capacitar a personas locales para que puedan ayudar a la gente de su comunidad. Dado que las personas de comunidades rurales suelen sentirse más cómodas hablando con un trabajador de salud comunitario que con un psiquiatra, ECHO se centra en crear una red de personas que puedan marcar la mayor diferencia en su comunidad.
La Red Latinoamericana de Tratamiento e Innovación en Salud Mental (LATIN-MH) es otro proyecto similar que actualmente está en marcha. Este programa de investigación utiliza teléfonos inteligentes para brindar servicios de salud mental en toda la región y está liderado por universidades locales como la Universidad de São Paulo en Brasil y la Universidad Peruana Cayetano Heredia en Lima, Perú. LATIN-MH no sólo brinda tratamientos, sino que también está investigando activamente la eficacia de los mismos con el fin de mejorarlos a futuro.
Conclusiones clave para las empresas médicas
Aunque algunos de los retos de la crisis de salud mental de América Latina están relacionados con el financiamiento, la cultura y la desigualdad de la atención en la región, en años recientes, la tecnología ha ofrecido una vía a través de la cual tanto empresas como proveedores de equipos médicos pueden desempeñar un papel en mejorar el acceso a una atención de calidad. Las empresas que ofrecen servicios de telesalud, aplicaciones médicas y plataformas de salud digital pueden mejorar dicho acceso para quienes viven en zonas remotas o carecen de acceso inmediato a servicios para la atención de problemas de salud mental.
Además, el modelo de telesalud puede ser incluso más eficaz en el ámbito de la salud mental que para otros padecimientos de salud. Dado que la terapia a menudo consiste en tener conversaciones, la posibilidad de que el terapeuta o consejero pueda hablar con el paciente en un entorno en el que el paciente se sienta cómodo puede ayudar a derribar barreras y a eliminar parte del estigma cultural relacionado con la salud mental en la región. Dicho de otro modo, cuando las personas pueden recibir atención para problemas de salud mental de forma privada y en la comodidad de su propio hogar, es más probable que aprovechen esos servicios y que tomen medidas para mejorar su salud.
Próximos pasos
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